sábado, 12 de diciembre de 2009

El Pájaro del alma (Mijal Snunit)





Hondo, muy hondo,

dentro del cuerpo habita el alma.

Nadie lo ha visto nunca

pero todos saben que existe,

saben tambien lo que hay en su interior.



Dentro del alma,

en su centro,

esta, de pie sobre una sola pata,

un pájaro: el pájaro del alma.

El siente todo lo que nosotros sentimos.



Cuando alguien nos hiere,

el pájaro del alma vaga por nuestro cuerpo,

por aqui, por alla, en cualquier direccion,

aquejándode fuertes dolores.



Cuando alguien nos quiere,

el pájaro del alma salta,

dando pequenos y alegres brincos,

yendo y viniendo,

adelante y atrás.



Cuando alguien nos llama por nuestro nombre,

el pájaro del alma presta atención a la voz

para averiguar qué clase de llamada es esa.



Cuando alguien se enoja con nosotros,

el pájaro del alma se encierra en si mismo

silencioso y triste.



Y cuando alguien nos abraza,

el pájaro del alma,

que habita hondo, muy hondo, dentro del cuerpo

crece, crece,

hasta que llena casi todo nuestro interior.

Atal punto que hace bien el abrazo.



Dentro del cuerpo,

hondo, muy hondo, habita el alma.

Nadie la ha visto nunca,

pero todos saben que existe.

Hasta ahora no ha nacido hombre sin alma.

Porque el alma

se introduce en nosotros cuando nacemos,

y no nos abandona

ni siquiera una vez mientras vivimos.

Como el aire que el hombre respira

desde su nacimiento hasta su muerte.



Seguramente quieres saber

de qué esta hecho el pájaro del alma

Es muy sencillo:

esta hecho de cajones y cajones;

pero estos cajones

no se pueden abrir así nada más.

Cada uno esta cerrado por una llave muy especial.

Y es el pájaro del alma

el único que puede abrir sus cajones

¿Cómo? tambien esto es muy sencillo:

con su otra pata.



El pájaro del alma está de pie sobre una sola pata;

con la otra -doblada bajo el vientre a la hora del descanso-

gira la llave, moviendo la manija, y todo lo que hay dentro

se esparce por el cuerpo.

Y como todo lo que sentimos tiene su propio cajón,

el pájaro del alma tiene muchisimos cajones.



Un cajón para la alegria

y un cajón para la tristeza,

una cajón para la envidia

y un cajón para la esperanza,

un cajón para la decepción

y un cajón para la desesperación,

un cajón para la paciencia

y un cajón para la impaciencia

También hay un cajón para el odio

y otro para el enojo

y otro para los mimos.



Un cajón para la pereza

y un cajón para nuestro vacio,

y un cajón para los secretos mas ocultos

(este es un cajón que casi nunca abrimos)

y hay más cajones

También tú puedes añadir todos los que quieras.



Aveces el hombre puede elegir

y señalar al pájaro qué llaves girar y qué cajones abrir.

Y a veces es el pájaro quien decide;

Por ejemplo:

el hombre quiere callar

y ordena al pájaro abrir el cajon del silencio;

pero el pájaro, por su cuenta, abre el cajón de la voz,

y el hombre habla ya habla y habla.



Otro ejemplo;

el hombre desea escuchar tranquilamente,

pero el pájaro abre, en cambio, el cajón de la impaciencia:

y el hombre se impacienta.



Y sucede que el hombre sin desearlo siente celos;

y sucede que quiere ayudar y es entonces cuando estorba.

Porque el pájaro del alma no siempre un pájaro obediente

y a veces causa penas....



De todo esto podemos entender que cada hombre es diferente

por el pájaro del alma que lleva dentro.

Un pájaro abre cada mañana el cajón de la alegría;

la alegría se desparrama por el cuerpo

y el hombre está dichoso.



Otro pájaro abre, en cambio el cajón del enojo;

el enojo se derrama y se apodera de todo su ser.

Y mientras el pájaro no cierra el cajon, el hombre continua enojado.



Un pájaro que se siente mal,

abre cajones desagradables;

un pájaro que se siente bien, elige cajones agradables.

Y lo que es más importante;

hay que escuchar atentamente al pájaro.



Porque sucede que el pájaro del alma nos llama,

y nosotros no lo oimos.

¡¡Que lástima!!

Él quiere hablarnos de nosotros mismos,

quiere platicarnos de los sentimientos que encierra en sus cajones.



Hay quien lo escucha a menudo.

Hay quien rara vez lo escucha

y quien lo escucha solo una vez.



Por eso es conveniente

ya tarde, en la noche,

cuando todo esta en silencio,

escuchar al pájaro del alma

que habita en nuestro interior,

hondo, muy hondo, dentro del cuerpo.



Mijal Snunit

El árbol de los problemas




El carpintero que había contratado para ayudarme a reparar una vieja granja acababa de finalizar un duro primer día de trabajo. Su cortadora eléctrica se dañó y lo hizo perder una hora de trabajo y ahora su antiguo camión se negaba a arrancar.

Mientras lo llevaba a casa, se sentó en silencio. Una vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia. Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos.

Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación: Su bronceada cara estaba plena de sonrisas. Abrazó a sus dos pequños hijos y le dio un beso a su esposa.

Posteriormente me acompañó hasta el carro. Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo que había visto un rato antes.

“Oh, ese es mi árbol de problemas“, contestó. “Sé que no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa. Luego en la mañana los recojo otra vez“.

“Lo divertido es“, agregó sonriendo, “que cuando salgo en la mañana a recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior“.

Espero que esta historia haya sido de tu agrado. No es necesario que la retransmitas ni te caerá ninguna maldición por no hacerlo, en realidad lo único importante es que encuentres tu árbol; por cierto en un lenguaje urbano de los tiempos que corren puede aplicarse perfectamente a un poste de luz cercano a tu domicilio.